Mi reloj y otras historias

Ayer, en un arrebato de energía y orden de los que me dan de vez en cuando, me dio por tirar unas cuantas cosas y despejar un poco la casa.

Los que me conocéis bien sabréis que soy oficialmente una superhoarder, y no de "whore", sino de "hoard": la gente se divide entre "chuckers", los que tiran todo, y "hoarders", los que no sólo nunca tiran nada propio ni ajeno, sino que muchas veces encuentran irrisitible guardar OTRAS cosas que OTROS han tirado o van a tirar.

Por ejemplo, nunca me veréis tirar la cuerdecita que viene con los pasteles. Ni siquiero la corto para abrir el paquete, siempre deshago el nudo pacientemente, doblo cuidadosamente la cuerda en dos, cuatro, ocho, lo que dé, le hago un nudo suelto y lo guardo. Dónde? Ah, eso es más complicado porque cuando necesito nunca encuentro, pero en principio en el cajón de los cacharros de cocina, o con las bolsas de plástico, o en el coche.

Pues ayer me dio por las cintas, los "casetes". No sé cuántas puede haber pululando por casa. Pensad jovencitos que en los tiempos antes del Emule, las copias ilegales de música se hacían normalmente de vinilo a cinta, y más tarde de CD a cinta. Resultado: cientos de casetes, la mayoría con un LP en cada cara, música que me sigue gustando en general pero que tengo ya en otros formatos, y si no, me lo bajo de SoulSeek en un periquete. Y aunque en casa hay pletina, y en el 106 también, no parece que el siglo XXI sea lugar para estos cacharros feos que además hacen ese ruido tan desagradable si se agitan. Eso sin mencionar esa manera tan rastrera e interminable que tienen de desparramarse por las calles y carreteras.

Mención de honor y cariño aquí para la marca TDK, mi fiel acompañante por distintas épocas musicales, romance que no ha sido posible prolongar porque todo el mundo sabe que cuanto más malos sean los cedés en blanco menos pegas ponen para grabar.

Pues nada, la primera batida de cintas (las grabadas) me desvió a la zona de recibos, que siempre guardo "por si acaso", pasando por la de nóminas, facturas, cartas personales, postales y sacapuntas. Y gomas, grapas y chupachups. Y unos negativos, varios rollos de celo, dos tubos de pegamento Imedio (uno bastante deforme), un callejero de Madrid, múltiples llaveros, la tarjeta supermegaimportante con el código secreto del coche, mecheros a puntapié y abanicos (las secuelas de comer tanto en chinos), mi insigne pin del Colegio de Licenciados, Tippex en todos los formatos: botecito con pincel, tipo rotulador y cinta. Mi pimer móvil (cómo pesa!) y su cargador, una cámara no-digital ("analógica?"), cargadores de pilas ya inexistentes, un cedé del grupo del cuñado de OKOK, lápices, bolis bolis y más bolis, será verdad que crían si se dejan juntos unos años? (Al parecer sí, pero como los caballos y los burros: la diferencia de cromosomas los debe hacer estériles porque no funciona ni uno), gomas de borrar de todo tipo y forma (aunque todos sabemos que las mejores son las Nata), decenas de clips, chinchetas, el pasaporte de Allie y el libro de familia, mi calculadora, no me acordaba de que tenía!

Y de pronto, como el cielo que se abre y resplandece rojo y oro después de un chaparrón veraniego de lluvia violenta, encuentro tesoros que había dado por perdidos hace mucho tiempo y otros que pensaba que estaban en el bolso tristemente robado:

Un tazo de Poliwhirl!!
Mi figurita de Charmander!!
El tapón de la botella de imitación-Casera del día que comí con él!!
Todas mis tijeras!!
Mis dos metros (el de ferretería y el de costura - ya puedo volver a medir cosas) !!

Mi reloj!!!! :D

Me lo regaló una alumna muy maja hace muchos años porque le dije que quería un reloj rojo.

Vale que no lo uso, odio los relojes, pero a éste le tengo cariño. Y paradójicamente, parece que para él no pasa el tiempo: sigue sin hebilla y con la correa rota, pero funcionando y sólo adelantando 10 minutos después de tantos años. Tic tac te has perdido muchas cosas, reloj rojo, o me veías ir y venir desde tu rincón enterrado del estante? Te quieres venir al fondo de la mochila nueva?

PD. Todavía no tengo ánimos de tirar las cintas. Están en una bolsa de plástico cerca de la puerta. Tienen pinta de querer quedarse allí un tiempo.