A quien madruga Dios se parte de risa de él

Como ya sabéis, los viernes que no tenemos clase por la tarde nos hacen ir nuestras 4 horitas por la mañana, a sacarnos el jugo al máximo, o así deben pensar ellos, y quien dice cuatro dice tres y media.

Hoy he justificado el sueldo que me pagan de diversas maneras. Una hora o así la he invertido en enseñar a dos de mis compañeros cómo funciona la sala de ordenadores (este trabajo no me corresponde a mí pero lo hago encantada), incluyendo todas las cosas que me fallan a mí pero al secretario del centro no, a juzgar por lo que dice el muy incompetente. He aprovechado la estancia para imprimir unos chistes ya que se me olvidó copiar mis ejercicios de catalán al pendrive. Es que son un huevo de páginas, no lo voy a hacer en casa! El rato también ha estado salpicado de los cotilleos y risas habituales en cualquier lugar de trabajo donde la mitad de la plantilla no es capaz ni de devolver el saludo, ni preguntar qué tal está una persona enferma, ni dar el pésame a una persona a quien se le ha muerto un familiar. (Eso sí, se dirigen a nosotros para recordarnos que entreguemos los justificantes pertinentes.)

Me he paseado arriba y abajo con libros para que se me viera bien.

Otra media hora o más la he empleado en jugar con confeccionar etiquetas adhesivas para clasificar mis carpetas, y ya de paso he hecho etiquetas con sus nombres a todos mis compañeros, y para la comida congelada de Allie. Otra media hora (de unos 60 minutos) la hemos aprovechado para tomar algo en el bar. Y al volver al trabajo, he tenido tiempo escaso de hacerles unas fotos a mis compañeros posando con la mancha de humedad del departamento, antes de tener que venirme a casa donde sí tengo cosas que hacer y los medios para hacerlo.

Empezando por escribir en mi blog, leer mi correo y controlar los trackers (hoy nada).

Tengo sueño.